31 de agosto de 2007 25 de octubre de 2020 * 15 y 16 de mayo de 2021 4 de julio de 2021 4 de julio de 2022

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21 de septiembre de 2020

La radio saca el cuerpo al momento histórico


El medio de comunicación social considerado más creíble ha cedido parte de su liderazgo periodístico para cubrir el plebiscito 2020, mientras su audiencia se muestra mucho más interesada de cara a la mayor decisión ciudadana de los últimos 30 años.

A pocas semanas del plebiscito nacional que aprobará la redacción de una nueva Constitución o bien la rechazará, permitiendo la subsistencia de la redactada en dictadura, las ondas de la radiodifusión convencional, consideradas históricamente líderes en credibilidad entre los medios de comunicación masivos, no son, sin embargo, las que encabezan la información periodística acerca del acto político y social más trascendente de las últimas tres décadas en Chile.

La audiencia, distraída de la historia por el sopor político impuesto por los gobernantes post Pinochet, había vivido la transición ignorando en general la importancia que revisten las normas de una Carta Magna, constreñida a un papel de mera consumidora de ofertas económicas y electorales, e impedida hasta de recibir clases formales de educación cívica. De este modo, no le fue difícil pasar por alto, por ejemplo, que un Presidente que había levantado su dedo acusador contra el dictador por televisión y en directo 17 años antes (Ricardo Lagos) firmara el texto constitucional promulgado por éste asegurando que las reformas introducidas lo hacían “democrático”.

¿No era y continúa siendo ése un auditorio ideal para ser informado y orientado por ágiles, cotidianas y modernas emisoras radiofónicas mediante programas especiales y debates pluralistas sobre una gran contienda plebiscitaria, la del 25 de octubre próximo, como lo fue durante los decenios de mayor progreso nacional en el siglo XX e incluso durante la polarización de comienzos de los años ’70 y la censura dictatorial subsiguiente?

¿Por qué este medio sigue caminando con pies de plomo en el tema más importante para un país democrático, el constituyente, limitándose hasta ahora a una difusión protocolar, que le asimila más al legado autoritario que al avance en democracia, y dejando su liderazgo periodístico-político a sus pares escritos, con su característico sesgo, y televisivos, con su habitual farándula?

Nueva programación

La sensación de libertad individual que generó el modelo político heredado de la dictadura había permitido ignorar diversas críticas, especialmente las contrarias al predicamento mercantil inculcado en la sociedad chilena, pero no consiguió desactivarlas. Imprevisible en esas circunstancias fue, pues, el violento estallido social de hace menos de un año, producto directo del cual -no de innumerables marchas y paralizaciones pacíficas y algunas tímidas gestiones políticas- está hoy a la puerta nada menos que una consulta popular como instancia resolutoria de la cuestión de fondo: la legitimidad político-social de la Constitución chilena aún vigente.

Pero ocurre que, pese a tales expectativas de cambio inminente, la voz radial, antes instrumento además de comercial también político, social y cultural, suena pobre en la transmisión de ideales o aspiraciones comunes más allá de lo práctico e inmediato, con frecuente altisonancia e improvisación ante el micrófono e insensible ante la amplitud y pluralidad de las expresiones comunitarias y artísticas nacionales. Intentos contracorriente son aislados, abortados o derivados a un millonésimo espacio digital por la irradiación de privilegiados administradores no sólo del espectro radioeléctrico, sino de esta sociedad como tal: los consorcios transnacionales. La debilidad regulatoria aprovechada por este sector ha favorecido la concentración del dial, coartando la libre competencia y uniformando discrecionalmente la oferta sonora.

Los compromisos comerciales, que otrora minimizaron los límites de la creatividad permitiendo el florecimiento de las programaciones, ahora los estrechan e incluso los manipulan. Es el caso del anuncio publicitario que invade la información periodística, tanto así que cada vez más conductores de noticias deben asumir y desempeñar paralelamente ambas tareas dentro de sus programas, mezclando mensajes de distinta naturaleza para presentarlos como uno solo y común, fortaleciendo a uno y debilitando al otro, y haciendo letra muerta, de paso, de preceptos éticos gremiales chilenos y extranjeros.

Son evidentes la retirada de un auditor analógico nostálgico y templado y el arribo de otro formado en la pragmática, metalizada y ansiosa era digital. Después de desplazar a las antiguas estaciones de AM, la nueva tecnología de las FM ha ido resolviendo vertiginosamente vetustos impedimentos, simplificando fantásticamente la comunicación técnica y abriendo nuevas plataformas y aplicaciones, pero su nuevo contenido ha desestimado y restado sustento a la combinación de talento artístico y exigencia estética que fuera indispensable en este medio.

Radio Beethoven, la única emisora de música selecta en la capital de Chile, puede corroborarlo. Después de verse obligada a cerrar en noviembre pasado y a silenciar a los grandes maestros y orquestas clásicas durante algunos meses, fue rescatada por la Universidad Católica y está nuevamente en el aire… pidiendo “apoyo”. Y qué decir de la música chilena, la tradicional. Incluso en fiestas patrias, sobrevive librada a la buena voluntad de algunos programadores.

Banderas aún flameantes

No sé qué tan relativas podrían ser estas reflexiones, alusivas a emisoras santiaguinas de frecuencia y amplitud moduladas de distinta época, sin abarcar las de otras regiones del país. Las emisiones de estas últimas, más localizadas, podrían hacer menos pesimista el panorama, pero en forma no muy significativa si se estima que son alcanzadas también por el poderío insuperable de las cadenas capitalinas extendidas por el territorio nacional, concentración facilitada, además, por el centralismo del régimen político-administrativo de siempre.

Hay, no obstante, algunas islas en este mar supranacional y centralista. Una es Radio Biobío, propiedad de la familia Mosciatti, de Concepción, todavía con programación íntegramente en vivo y con énfasis en la información “independiente de verdad” -como afirma su eslogan-, junto con la investigación periodística y un plus del que carecen sus competidoras: la opinión editorial. Otras son Radio Cooperativa, de la Compañía Chilena de Comunicaciones, vinculada a militantes democratacristianos y sobresaliente en la oposición a la dictadura, aunque luego comprometida con una transición negociada y cupular; y Radio ADN, anecdóticamente del consorcio transnacional Ibero Americana (de la española Prisa), que intenta una línea editorial abierta y pretendidamente popular.

Las tres, sin embargo, coinciden en el fino cuidado de un marco institucional favorable a los grandes emprendimientos privados pese a que no exista consenso social. El dial prefirió sumarse a la indiferencia mediática y la tibieza política ante el debate sobre una nueva Constitución y especialmente una asamblea constituyente a pesar del escaso conocimiento ciudadano sobre estos temas y el aporte de algunos expertos independientes. Sólo se inquietó tras del reguero de protestas y violencia callejera a partir del 18 de octubre de 2019 y ahora tiene encima el favoritismo del “Apruebo”, que podría hacer tambalear por primera vez un modelo que se creía inexpugnable.

Dial “frío”

Otros núcleos de influencia en FM, como Infinita, Tele13 Radio y Duna, se dedican simplemente a su segmento medio-alto, ejecutivo, de lunes a viernes, mediante conductores-ancla y comentaristas provenientes de preferencia de la televisión y ya formados editorialmente, a los que suelen intercambiar con cierta regularidad debido a las respectivas estrategias empresariales. Su información y asertivos comentarios tampoco alcanzan el pluralismo y menos aún el picar las bases del sistema, siendo notorio en este caso que no les acomoda una confrontación plebiscitaria que podría generar un poder constituyente inesperado, más abierto y popular (o “populista”). Ya el reciente retiro excepcional de fondos de pensiones desde las hasta entonces constitucionalmente intocables AFP pareció una pauta candente para ellos.

Y hay polos singulares. La información y opiniones políticas en Radio Agricultura, de la Sociedad Nacional de Agricultura y medio con peso periodístico histórico, circulan en torno a la adhesión al golpe de estado de 1973, lo obrado por Pinochet y su legado remanente, en tanto la única estación capitalina de real oposición en la frecuencia modulada es la radio de la Universidad de Chile… descartada por los grandes avisadores.

Con todo, si bien el mensaje radial se escucha extraño cuando saca el cuerpo al momento político y a su propia historia, está en sus emisores restaurarlo. De otro modo, la celebración de su centenario -dentro de menos de dos años, el 19 de agosto de 2022- tendría que circunscribirse a su mejor pasado.

Julio Frank S.

Cuadro: J.F.S. Fuente: es.wikipedia.org