31 de agosto de 2007 25 de octubre de 2020 * 15 y 16 de mayo de 2021 4 de julio de 2021 4 de julio de 2022

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4 de septiembre de 2022

CHILENOS Y CHILENAS A UNA RAYA DE TERMINAR DE HACER HISTORIA

La opción “Apruebo” del plebiscito de este domingo significa consagrar una Constitución Política redactada democráticamente por primera vez en el país y derogar la promulgada por Pinochet.

Nosotras y nosotros, el pueblo de Chile, conformado por diversas naciones, nos otorgamos libremente esta Constitución, acordada en un proceso participativo, paritario y democrático”, dice el preámbulo de la primera propuesta de Constitución Política redactada en forma democrática en la historia nacional.

Y su Artículo 1:

“Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”.

“Se constituye como una república solidaria. Su democracia es inclusiva y paritaria. Reconoce como valores intrínsecos e irrenunciables la dignidad, la libertad, la igualdad sustantiva de los seres humanos y su relación indisoluble con la naturaleza”.

“La protección y garantía de los derechos humanos individuales y colectivos son el fundamento del Estado y orientan toda su actividad. Es deber del Estado generar las condiciones necesarias y proveer los bienes y servicios para asegurar el igual goce de los derechos y la integración de las personas en la vida política, económica, social y cultural para su pleno desarrollo”.

Esa inspiración constituyente parece mejor aún que la que muchos chilenos y chilenas que anhelan cambiar su historia –entre los que se incluye el autor de esta nota- hubieran podido esperar de la Propuesta de Constitución Política de la República de Chile 2022, que será sometida a plebiscito de salida este domingo 4 de septiembre.

Personalmente, es la culminación de quince años ejercicio profesional independiente destinado simplemente a informar y orientar acerca de un proceso sin precedentes y, por lo tanto, desconocido para la mayoría de la población hasta hace poco tiempo debido a indiferencia de sus conductores políticos.

Un catálogo de derechos fundamentales inspirado en estándares internacionales de derechos humanos y sociales; la incorporación paritaria de las mujeres, así como de niños, niñas y adolescentes, pueblos originarios, diversidades sexuales y otros sectores postergados; una normativa sobre defensa y protección de la naturaleza como tal y como proveedora de recursos para nuestra existencia; un sistema político que apunta centralmente a la participación directa de la ciudadanía en decisiones finales y un sistema de administración regional verdaderamente descentralizado, junto a instituciones autónomas ya existentes, conforman parte de un largo texto destinado a superar por fin una institucionalidad impuesta en dictadura y el que intenta abarcar, con amplitud y detalle a la vez, las aspiraciones de quienes habitamos con la misma nacionalidad este y otros territorios, además de interpretar el sentido de vida de un país al final ya del primer cuarto del siglo XXI.

Sobre ese articulado y el proceso que condujo a él, incluyendo el plebiscito de entrada de 2020 y la elección de convencionales constituyentes de 2021, se ha escrito precisamente en este blog, en varios casos mediante una reproducción textual de determinadas normas.

Acto cívico y épico

Si todo lo alcanzado hasta ahora hubiera sido el resultado de un bien informado y debatido proceso constituyente, se habría cerrado brillantemente un círculo virtuoso. Sin embargo, influyentes sectores del país, con intereses distintos a los aprobados por amplia mayoría constituyente, fueron reticentes o simplemente se restaron. La derecha política, heredera de la Constitución de Pinochet, sólo cedió presionada por un estallido social. El gran empresariado, así como sus medios de comunicación afines de mayor cobertura, terminó coincidiendo con ella y de este modo el camino hacia una nueva Constitución y, finalmente, el texto mismo fueron objeto de dudosos juicios.

Las dos opciones en juego –“Apruebo” y “Rechazo”- son constitucionalmente válidas. La primera sanciona la aprobación de una nueva Constitución para Chile; la segunda, la mantención de la promulgada por Pinochet en dictadura en 1980 y reformada por Ricardo Lagos en 2005. Esta última opción, no obstante, fue promovida mediante una anticampaña, basada en duros ataques y falsedades desde diversos frentes y carente de argumentos, lo que entrabó y ensució el debate.

Quienes aprueben, en consecuencia, tendrán que ir más allá de su deber cívico y asumir una participación más bien épica.

El voto es obligatorio. Las mesas se abrirán, como siempre, a las 8 de la mañana y cerrarán sólo cuando el último elector o electora frente a ellas en el límite horario haya sufragado. Algunos vaticinios hablan de más de ocho millones y hasta de más de doce millones de posibles votantes, una participación electoral también inédita.

Suerte para todos los que deseamos construir un nuevo y mejor Chile.

Julio Frank Salgado

Imagen: Lectura del nuevo texto constitucional, Plaza de la Constitución, Santiago, 18-8-2022. J.F.S.