31 de agosto de 2007 25 de octubre de 2020 * 15 y 16 de mayo de 2021 4 de julio de 2021 4 de julio de 2022

Las cookies de este sitio se usan para personalizar el contenido y los anuncios, para ofrecer funciones de medios sociales y para analizar el tráfico. Además, compartimos información sobre el uso que haga del sitio web con nuestros partners de medios sociales, de publicidad y de análisis web. VER DETALLES

16 de agosto de 2022

Doce “formas” mediáticas contra un proceso constituyente democrático

Experto describe doce operaciones de los medios de comunicación destinadas a favorecer el rechazo al primer proceso constituyente democrático chileno y su propuesta de nueva Constitución. Una de ellas es la “encuestitis”.

Rodrigo Finkelstein, Doctor en comunicación de masas y docente en la Simon Fraser University de Canadá, publicó un artículo de opinión que describe lo que definió como las doce formas más comunes de apoyar la opción “Rechazo” utilizadas por los medios de comunicación en el momento de “manufacturar” noticias sobre el proceso constituyente chileno –el primero auténticamente democrático en la historia de este país-, la ahora disuelta Convención Constitucional y la propuesta de nueva Constitución que será sometida a plebiscito el 4 de septiembre próximo.

Precisa, sin embargo, que sería “atípico” que dichos medios realizaran una cobertura imparcial en este caso debido a los intereses de elite que defienden.

En el caso de Chile, cabe acotar que la simple observación y audición, no sólo desde el estalllido social sino durante las últimas décadas, permite generalizar considerándolos un conjunto consolidado de prensa escrita, cadenas de televisión abierta y radioemisoras también de cobertura nacional, de línea editorial común, enmarcada en el sistema neoliberal impuesto por la Constitución proveniente de la dictadura y dominante sin competencia de la agenda informativa diaria.

Doce formas

En su artículo, publicado en el periódico electrónico El Mostrador en julio pasado, Finkelstein identifica doce recursos mediáticos para cubrir el proceso constituyente aún en curso como operaciones centradas en la desinformación, la ideología, el sensacionalismo, la radicalización, los rumores, la homologación, la farándula, el descontexto, la simplificación, repetición y desertificación (degradación) y la “encuestitis”.

Define la desinformación como una acción orientada a distribuir información falsa en forma deliberada, “mediante fuentes no confiables, autores inexistentes, expertos que no lo son, registros inauténticos o desactualizados, partidismo en las fuentes y, en general, estándares poco rigurosos”.

La ideologización, en tanto, comprendería una tribuna desproporcionada recibida por los partidarios del “Rechazo”. “Pensadores conservadores, profesores neoliberales, líderes empresariales y celebridades reaccionarias cuentan con una palestra privilegiada para descalificar el proceso constituyente y banalizar el contenido de la propuesta de nueva Constitución mediante frases triviales y figuras retóricas”, afirma.

El sensacionalismo o método que utiliza intencionalmente un lenguaje exagerado y provocativo para gatillar el interés del lector (y televidente y auditor), tendría a su vez el doble objetivo de capturar la atención de la audiencia “y saturarla emocionalmente de forma negativa para predisponerla en contra del proceso constituyente y la propuesta de nueva Constitución”.

Sobre la “encuestitis”, calificada como una forma de cobertura mediática que remarca el papel de las encuestas y las posibilidades estadísticas del “Apruebo” y el “Rechazo”, el autor explica que eso sustituye la indispensable discusión cualitativa para la decisión ciudadana por una discusión probabilística “estéril y especulativa”. “El objetivo es reducir el espacio mediático para el análisis profundo de tópicos de mayor interés de la propuesta de nueva Constitución”.

Otro recurso común durante el funcionamiento de la Convención, la radicalización -continúa el académico-, consistió en la cobertura mediática amplificada a grupos minoritarios radicales al interior de la misma con el fin de enmarcar a aquélla como un órgano compuesto por “extremistas”. “El objetivo de esta operación es presentar la Convención como un nido de radicales y fanáticos, y de esta manera, representar la propuesta de nueva Constitución como un texto lejos del espacio social de consenso”.

Cita también que, a través de una intensa cobertura de anécdotas personales de los protagonistas del proceso, los medios de comunicación farandulizaron y desprestigiaron la labor constituyente. “Aspectos sin mayor relevancia de la vida privada de los convencionales hacen portada de forma habitual con el objetivo de frivolizar y banalizar el trabajo de la Convención y disminuir su legitimidad social”, añadió entonces.

Los rumores transformados en noticias, prosigue, son reportados bajo la “pretensión de plausibilidad” a pesar de que no existan pruebas fácticas ni creíbles que los apoyen y, al igual que la farandulización, “esta acción busca enlodar el trabajo de los convencionales y deslegitimar el proceso constituyente”.

La homologación, a su vez, presenta al “Apruebo” y al “Rechazo” como opciones equivalentes, minimizando distinciones históricas, procesos sociales e inequidades estructurales -clase, género, raza y orientación sexual, precisa- que hacen a esas opciones “incomparables” entre sí, enfatiza.

Advierte, además, sobre la descontextualización, recordando que el contenido de la propuesta de nueva Constitución necesita de contexto para su cabal comprensión, pero esto, en cambio, “es publicado como títulos, frases sueltas, fragmentos y de forma descontextualizada”, con el fin de adulterar la comprensión del contenido y, en ciertos casos, revertir el sentido, significado y alcance del texto.

El objetivo de la simplificación es similar al anterior -acota-, aunque en este caso “se aboca en excluir complejidades, eliminar gradaciones, omitir alcances y presentar las ideas de forma plana, superficial y sin profundidad”.

Mediante la repetición, las noticias negativas “se reciclan y publican una y otra vez”, abordándoselas desde diferentes puntos de vista, “creando la sensación que se está en presencia de nuevos acontecimientos cuando en realidad aquello no es cierto”, con el fin de aumentar artificialmente la cantidad de noticias negativas y desprestigiar así, una vez más, la labor constituyente.

Otro concepto es la desertificación o degradación de la esfera pública, debido a lo cual pierde su potencial un espacio propicio para el debate y la discusión democrática por causa de la acción “erosionante” de los medios, sostiene Finkelstein, lo que desemboca, concluye, en que “la renuencia de los medios de comunicación a presidir un debate imparcial, honesto y participativo sobre el contenido de la propuesta de nueva Constitución erosiona al Apruebo y fortalece la opción Rechazo, que defiende el statu quo”.

Julio Frank S.

Fuente: elmostrador.cl