Hubo menos votantes que en el plebiscito de 2020, pero les bastó para pulverizar todos los pronósticos y volcar inesperadamente el escenario político del país. Los independientes serán mayoría en la convención redactora de la nueva Constitución y han dejado en ascuas a dirigentes de partidos ante ése y otros desafíos.
El arrollador triunfo opositor liderado por los no militantes
en la elección de convencionales constituyentes durante el reciente fin de
semana apagó, además, varias controversias que habían acompañado al
proceso diseñado a partir del “Acuerdo por la Paz Social y la
Nueva Constitución” de 2019.
Selló la discusión, por ejemplo, sobre la llamada “hoja en
blanco”, que implica en teoría la posibilidad de desahuciar totalmente la
Constitución de Pinochet, reformada y firmada por Ricardo Lagos en 2005.
También disipó la polémica por los dos tercios como quórum general para la
aprobación de los acuerdos constituyentes: la derecha defensora no alcanzó
siquiera un cuarto y dejó su carta preferida a merced de la oposición, aunque
no se prevé todavía cómo se agrupará ésta en torno a su mayoría.
Y las habituales quejas por las correcciones introducidas por
el sistema electoral, que da preferencia a las listas y a las colectividades legales,
así como las aportadas por la paridad de género y los escaños reservados a
etnias, también desaparecieron bajo la contundente decisión de la mayoría
ciudadana, incluyendo los reclamos por falta de transporte público en las horas
previas al cierre de la votación.
Ante un pronunciamiento popular de tanta claridad y elocuencia, dichos obstáculos terminaron por ceder e incluso pareció olvidarse por algunas horas los altos contagios por la pandemia.
La Asamblea Constituyente, en estas circunstancias, no se echó de menos.
Perdedores
Perdió el gobierno, perdieron los políticos, pero no han
perdido, sin embargo, los medios informativos y de opinión predominantes, que
han evitado difundir el proceso constituyente como corresponde a su
trascendencia y que sólo ahora parecen preocuparse –aunque no en exceso, en
realidad- por el verdadero alcance que éste pueda tener.
Los medios de comunicación mejor dotados empresarial, logística
y financieramente tendrían que mantener, como ese fin de semana histórico, su
“completa cobertura informativa”, que incluya no sólo el reporte de noticias,
comentarios a secas y actividades oficiales, sino también lo que han regateado
hasta ahora: orientación sobre un proceso
político inédito y desconocido popularmente, en particular sobre las reglas y
forma de funcionamiento de la Convención Constitucional, como también un debate
amplio, equitativo y pluralista sobre las ideas y propuestas de fondo, la
materia prima de un proceso constituyente. Al menos, para que no se note tanto
que no se sienten cómodos con lo que la ciudadanía está demandando en las urnas.
Y que las tendencias de las llamadas redes sociales -sobre
todo Twitter- no se vuelquen sobre esta temática sólo al final. Eso ya lo han hecho los medios tradicionales.
Dar un abrupto corte a la derecha y su institucionalidad
pinochetista para inclinarse hacia la izquierda pasando por sobre la ex
Concertación y en condiciones adversas es una hazaña histórica. Pero la
historia no se detiene y ahora los triunfadores tendrán que conformar una
fuerza constituyente capaz de conducir nada menos que hacia una Carta
Fundamental auténticamente democrática…
Julio Frank S.
Imagen: Votos emitidos
en la elección de convencionales constituyentes, Santiago, 16-5-2021. J.F.S.